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“¡Dios No Me Hizo Para Sufrir!”

Parte 1

Becky Lynn Black  

El otoño pasado, estas palabras venían de un joven hombre Etíope. Nosotros estábamos sentados  en la parte frontal en frente del cuarto. El había estado trabajando fuerte en la iglesia, y la Vida no había sido fácil como él había esperado que fuera. Su corazón estaba lleno de amargura, enojo, decepción; él  se sintió traicionado por otros y por Dios.

En los meses siguientes, decidí estudiar las escrituras sobre el tema del sufrimiento. Yo no tenía la idea de que Dios traería el cáncer a mí, y que yo me referiría a mi propia investigación tan rápidamente.

Allí hay voces  afuera que dicen: “Si usted pertenece a Jesús, entonces usted debería esperar una de vida de comodidades, aun el lujo. Después de todo, Dios  se deleita  por dar cosas buenas a Sus hijos y tu eres un hijo del Rey.”

Esto es un Evangelio falso y una doctrina incorrecta. Los que aconsejan y dan clases por estas líneas han excluido de sus Biblias la parte principal de la vida de Pablo, aun de la vida de Jesús, y casi todo el libro de hechos y de los profetas del Antiguo Testamento. ¿De dónde toman ellos esta idea? Es una mezcla del Sueño Americano, sus propios deseos  para un prospero  “ministerio” (las personas envían su dinero a predicadores quienes les dice lo que ellos quieren oír), y unos versos aislados sacados de contexto. Esto  no es seguramente el mensaje de toda las  Escrituras.

Lo que ensena las Escrituras es la verdad. La verdad no se cambia de cultura a cultura, de generación a generación o de continente a continente. Es eterno. Esto no es una moda que viene y va. Es no un nuevo modo de pensar que alguna persona prominente promueve en los programas de television! La Verdad está asentada  profundamente en el corazón de Dios mismo.

Y es por eso que es absolutamente esencial que nosotros conozcamos la Verdad, que estudiamos en las Escrituras bajo la tutela del Espíritu Santo, tomando toda la Escritura (no un verso aquí y otro verso allá como nos conviene). No debemos estar satisfechos por ser alimentados por otras personas, quienes están sujetos al error. No es suficiente sentarse durante una hora en el servicio del domingo y escuchar 20 minutos de predicación. Esto es una dieta espiritual para morir de hambre. Esto no hará nada para hacernos espiritualmente fuertes para el tiempo en el que tengas tensión que invariablemente entraran en cada una de nuestras vidas.

Debemos agarrarnos con las Escrituras nosotros mismos…leyendo, estudiando, meditando, digiriendo…. mirando siempre a la cara de nuestro Maestro,  el Espíritu Santo.

¿Cómo podemos vernos en la cara del Maestro? Solamente si estamos limpios en nuestro espíritu. El no puede tolerar el pecado. El no puede mirar el pecado. Si tenemos el pecado en nosotros, conociendo y no conociendo, entonces él se apartara de nosotros.

¿Como posiblemente podemos librarnos de nuestros pecados?  Hay un solo camino: la confesión de nuestros pecados y tomar nuestras vidas bajo la sangre de Jesús.

¡Qué verdad es esta! Confesión de nuestros pecados es más que simplemente el nombramiento de los pecados; esto admite, abiertamente y honestamente el reconocimiento  de nuestra disposición hacia todo lo que está contra Dios Santo. Nuestros pensamientos, nuestros deseos, nuestros sueños, aun nuestros “buenos trabajos” tienen esta raya de egoísmo en ellos, están inclinados hacia la independencia, esta obstinación del espíritu.

Nosotros podemos confesar el uno al otro o a un religioso profesional…. ¿Pero qué es lo bueno en esto? ¡La otra persona está en el mismo barco que nosotros! Es como dos personas que están en un bote salvavidas, y uno confiesa al otro, “Estoy perdido. Voy a morir”. La acción de expresar puede aliviar la conciencia a lo mas diminuto, pero el valor de esta es poco.

No debemos de confesar nuestros pecados a Alguien quien puede hacer algo igual; debemos confesar esto a nuestro Señor Jesús.

Y él ha dicho: “El que viene a mí, Yo le prometo, No le echare afuera”.

¡Qué alivio! ¡Qué  comodidad! El no solamente no nos echa afuera, y el no solicita o exige un pago por sus servicios de confesión…pero él se extiende sobre nosotros, cubriendo nuestros pecados con Su propio cuerpo santo, como El cubrió el pecado del primer hombre y la mujer con el cordero que fue muerto por ellos. En el momento adecuado de la historia, Jesús dejo el cielo como Dios y se hizo hombre…el resultado fue una persona en la historia del mundo quien es Dios-Hombre, capaz de ser el mediador entre Dios Santo y el hombre pecaminoso.

“Hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y el hombre, el Hombre de Cristo Jesús.” Cuando hay una crisis internacional, no podemos enviar solamente a algiuen viejo ciudadano americano para representar nuestro gobierno en negociaciones. Solo la palabra de un Embajador  que tiene la autoridad de nuestro gobierno. Entonces esta es una relación con Dios. No podemos enviar a una persona anciana para tratar con El; solo debemos enviar al Señor Jesús. Solamente el es Santo lo suficiente para ser aceptado por Dios, Jesús se hizo hombre, de modo que  como un hombre santo pudiera representar a un hombre pecaminoso. Y como un hombre santo, él se ofreció a sí mismo para “negociar” nuestra liberación espiritual del pecado. El tomo nuestros pecados sobre él, y murió en nuestro lugar la muerte de un criminal… el Justo por los injustos, el Libre de pecados por los pecadores, el Perfecto por los imperfectos.

Y en el cubriendanos, nuestros pecados son quitados de la vista de Dios Santo que quiere ensenarnos las Escrituras, quiere una relación intimidad y personal con nosotros, quiere curarnos espiritualmente, emocionalmente, y físicamente.

Entonces, antes de que nosotros podamos saber la Verdad, debemos tener un profesor de la Verdad… El Espíritu Santo…y antes de que podamos tener al Profesor, debemos tener nuestros pecados cubiertos por la persona del Señor Jesús.

Solo entonces así  nosotros podremos entender el sufrimiento en la Vida.

(Lecturas recomendadas: 1 Juan 1:3-10, Juan 6:35-40; Juan 3: 13-21; 1 Timoteo 2:5-6, Romanos 5:1-21, 2 Corintios 5:14-21, Romanos 10:8-17.)

(Parte  2 continuara pronto)

February 13, 2010

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