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La Gran Comisión del Matrimonio

 David Alan Black  

He hecho bosquejos en numerosos lugares de las implicaciones de las misiones como de las estrategias por la que cada matrimonio se relaciona fielmente con el mundo del Señor. La esencia de un buen matrimonio, he descubierto gradualmente, no es el compañerismo, aunque este es uno de los esenciales ingredientes. Tampoco es el amor, si al amor le damos un significado emocional. Si usted tiene compañerismo y amor en su matrimonio, eso es maravilloso, pero  ninguno comprende la esencia de un buen matrimonio. Me parece a mí que no hay nada más valioso en un matrimonio que una relación mutua que vive para algo mayor que sí. Así como lo mencione en Compañeros del Evangelio. Creo que merece ser repetido hoy.

Nuestra sociedad nos dije que el matrimonio es un final en si mismo. La felicidad del matrimonio es una meta que se trata de perseguir a toda costa. Yo no estoy en contra de la felicidad del matrimonio, pero esa no puede ser tu meta si eres una persona casada. Nuestro creador es un Dios que nos bendice, y somos a menudo “sorprendidos por el gozo” en nuestros matrimonios. Pero he descubierto que el gozo es el producto de tener a Cristo en nuestras vidas y en nuestros matrimonios. Así como El se convierte  más y más en el centro de nuestra relación. Su “fruto” se convierte más y más en nuestra diaria experiencia: amor, gozo, paz, paciencia, fe, bondad y autocontrol.

El matrimonio, trata de describir uno, como dijo Josué: Yo y mi casa, serviremos al Señor. Lo hermoso de un matrimonio es que mano a mano, viviendo juntos para Cristo en la medida en que es posible en este mundo cayéndose, es maravilloso. Yo llamo a esto La Gran Comisión del matrimonio. Esto envuelvo “los nuevos horizontes” y  “las nuevas puertas” que C.S Lewis describe en su escrito “Matrimonio Cristiano:”

Esto es, yo pienso, que una pequeña parte de lo que Cristo quiso decir, al mencionar que  una cosa realmente no vivirá a no ser que esta primero muera. Es simplemente no bueno guardar cualquier emoción: Eso es lo peor que usted puede hacer.  Deje a la emoción ir, déjela morir lejos—continúe durante aquel período de muerte en el interés más tranquilo y la felicidad es la que seguirá—y descubrirá que usted vive en un mundo de nuevas emociones todo el tiempo.  Pero si usted decide hacer de sus emociones su dieta regular e intenta prolongarlos artificialmente, ellos se convertirán débiles y más débiles, y cada vez menos y menos, y usted será un hombre viejo aburrido y desilusionado por el resto de su vida. Es porque muy pocas personas entienden esto,  que usted encuentra hombres de edad media y mujeres confundidos  acerca de juventud pérdida, a la edad de que muchos nuevos horizontes deberían de haber aparecido y nuevas puertas se deberían de haber abiertos a ellos.

Déjeme decirle que una vez que esta imagen del matrimonio está firmemente basada de manera bíblica, en un matrimonio cristiano el esposo y la esposa son llamados por nuestro Creador a vivir juntos en una unión de armonía.  Pero esto no es una unidad solamente para beneficio. Nota, por ejemplo, como  el padre de la iglesia antigua Tertulian, describe a un marido cristiano y a su esposa: “Juntos ellos oran,  trabajan, ayunan, ensenan, exhortan, se apoyan el uno al otro…Voluntariamente la persona enferma es visitada, ayudan a la persona pobre—dan limosnas sin pensarlo, sacrifican sin vacilación, el celo diario sin obstáculo (Ad Uxorum 2.9). Tertulian no pensó que diferencias de género desaparezcan en un matrimonio cristiano. Esto sería absurdo. Su descripción simplemente enfatiza que ambos géneros pueden y deben  estar involucrados en actividades espirituales juntos, con cada persona que contribuye a sus propios talentos y habilidades. Cada uno enriquece al otro de manera complementaria. El resultado es el verdadero trabajo en equipo, una unidad que pone las necesidades en Dios  y desea primero que nuestro propio deseos. Así, no solamente las parejas Cristianas buscan el favor del uno y del otro, ellos voluntariamente y activamente procuran ser fieles al objetivo último de reflejar la gloria de Dios y la gracia en todo el mundo alrededor de ellos.

Libremente admito que este énfasis sobre el servicio de Cristo en nuestros matrimonios suena extraño en nuestra sociedad narcisista. Una de las cosas que me sorprendió cuando comencé  a estudiar el Nuevo Testamento  estudiando sobre el objeto que he hablado acerca de la manera que las mujeres participan en el ministerio de la antigua iglesia. Sabemos que las esposas de los apóstoles acompañaron a sus maridos en sus ministerios evangelisteros (1 Corintios 9:5). Comentado este verso, Clemente de Alejandría concluyo que las esposas de los apóstoles eran “también ministras,” esto es colaboradoras con sus maridos como ellas ministran a otras mujeres. Sabemos también que las mujeres en la antigua iglesia abrieron sus casas para reuniones de la iglesia. (Es interesante que en las Escrituras nos da los nombres de la mujeres en cuyas casas estas iglesias se encontrarán mas que los nombres de los hombres: mirar Hechos 12:12, 16:40; Romanos 16:3-5; Colosenses 4:15). Además, conocemos de Priscilla (Romanos 16:3) así como Evodia y Sintique (Filipenses 4:2-3) eran las “compañeras de trabajo” de Pablo. El dúo llego a compartir con Pablo “la lucha de la causa del Evangelio,” posiblemente significando ellas estuvieron expuestas al mismo sufrimiento y la oposición que el apóstol Pablo  enfrento.

Entonces viene el verdadero tema que asombra. Pablo describe a Febe como: “una ayudante de muchos, incluido yo mismo” (Romanos 16:2). El termino griego para “colaborador” (prostatis) es definido por Douglas Moo como: “uno que vino a la ayuda de otros, especialmente a los extranjeros, proporcionado casa y la ayuda financiera  y representado sus intereses antes de las autoridades locales”. Moo piensa que Febe fue “una mujer de alta categoría social y con alguna fortuna, quien puso su estatus, recursos y el tiempo en el servicio, para los cristianos viajeros como Pablo, quien necesito la ayuda y el apoyo” (Romanos 9:16). Cuando leí esa descripción pensé en mi: “El está describiendo a mi esposa.” El ingreso de Becky de su empleo como una enfermera titulada va casi exclusivamente a ayudar financieramente nuestro trabajo en Etiopia, como Jesús y los apóstoles que tenían mujeres seguras quienes “contribuían ayudándolos de sus bienes” (Lucas 8:3)

Tales hechos, me parecen, comienza a indicar la función del matrimonio como un ministerio a otros. Becky y yo estamos alegres de ser un equipo (aunque frágil e imperfecto) en el trabajo al cual el Señor nos ha designado. Juntos procuramos servir tanto en la práctica del ministerio de encontrar las necesidades físicas y las materiales de las personas así como el ministerio de la Palabra. Juntos estamos involucrados en iniciando iglesias (o se llama, “Sembrando Iglesias”). Juntos somos anfitriones de visitas a nuestra casa regularmente. La palabra clave es juntos. Nosotros somos “compañeros de trabajo” para Cristo—y que sin reducir nuestra masculinidad y feminidad.

¿Qué, entonces, mi papel es como la cabeza de nuestro matrimonio? Jesús el mismo contesta nuestra pregunta. Humillándose así mismo al punto de muerte en su servicio para aquellos quien estuvo su Señor, un esposo debe de colocarse así mismo bajo el que guía  en el servicio de sus necesidades. Ahora, déjeme hacerlo completamente claro, no soy un igualitario. Yo creo en un orden que existe entre el hombre y la mujer esto es basada en la cuenta de la creación. Esto es claramente lo que Jesús enseno. Pero dejemos ir un paso más lejos. Mientras un orden divino exista en el matrimonio, el matrimonio es también una unión “coherederos de la gracia de vida” (1 Pedro 3:7). Para ponerlo en otro lado, subordinación no hace en ningún modo excluir la mutualidad. Como cabeza, soy responsable de proveer para Becky protección y sus necesidades físicas y emocionales. Pero además debo de ayudarla a identificar sus talentos, facilitar el desarrollo de aquellos talentos  y proveer una oportunidad  para ella de servir a otros. Reclamo, entonces, que cada uno de nosotros en nuestro matrimonio podemos ser fieles a nuestros roles de género y continuar nuestro camino juntos como hombre y mujer en la unidad llena del servicio a otros. Está en aquel sentido que pregunto la interrogante, “¿Tienes tu matrimonio muerto aun?” Ya que esto es solo muriendo a la vida por sí mismo (y aun los matrimonios tienen una vida para sí mismo) esto es lo que aprendemos que el significado refleja una  profunda ontología de vivencias juntas para el bien de otros.

Déjeme repetir: Yo no hago por un momento sugerir que no hay ningún gozo o placer en el matrimonio o que estar en amor es inapropiado o pecaminoso. Todo lo que he estado mirando me muestra que este amor es más que el mero sentimiento y que el matrimonio es más que el medio de autosatisfacción. Un matrimonio con  “más amplios horizontes”  exista para servir a Jesús. Esto quiere decir que una buena voluntad de abrirnos al espíritu de Dios y el deseo de rendir servicio tanto en la vida pública como en la privada.

Yo observe, concluyendo, una vez leí sobre una iglesia en London que tenía un  estandarte al lado de la puerta que decía, “JESUS SOLAMENTE.” Después de una tormenta el estandarte dañado se leí, “SOLAMENTE NOSOTROS.”* ¿Cual mensaje está enviando su matrimonio al mundo?


 

*Dr. Black escribió esta por que en Ingles la traducción es diferente. Es un juego de palabras que leyó, “JESUS ONLY” y después de la tormenta leyó, “US ONLY.”

January 31, 2010

David Alan Black is the editor of www.daveblackonline.com.

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